lunes, 25 de agosto de 2014

Amigo (Relato no ficción)

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AMIGO

Le gustaba el olor de aquella cafetería y no le vendría nada mal otro cafelito con leche antes de ponerse en marcha. La ruta de hoy... Notó un par de golpes en el hombro. Se volvió y sonrió a medias.

- ¿Salva?
 
- ¿Qué tal tío?, ¿y esa cara?, un día de estos te va a salir una ulcera de esas, ya verás. - Le dijo su amigo mientras se sentaba en el taburete de al lado.
 
- Puede que ya tenga una.
 
- No me extrañaría, joder. ¿Que tal está Úrsula? ¿y la enana?
 
- Están bien. ¿Y tus padres?
 
- Bah, ahí van, ya sabes.
 
Salva hizo un gesto al camarero para que se acercara y le pidió un café solo.
 
- ¿Dónde vas hoy? a lo mejor puedes acercarme...
 
- Salva...
 
- Jaja, menuda ojeada me has echado. Tranquilo hombre, que estaba de broma. Relájate.
 
- Lo siento, estamos pasando una mala racha.
 
- ¿Otra?, tío en serio, tienes que replantearte lo de ser transportista. Siempre que te veo lo estas pasando mal.
 
- ¿Y tú no? A Úrsula le ofrecieron un trabajo en... bueno, no importa, tuvo que rechazarlo.
 
- Ya.
 
Ambos se quedaron un buen rato en silencio. El ruido de fondo de la cafetería aumentó cuando empezaron a llegar los clientes de aquella hora. El aroma del café inundó todo el establecimiento mezclado con el del pan tostado y los dulces.
 
- Tengo un negocio bueno entre manos, ¿sabes? - Salva ni siquiera lo miraba.
 
- ¿Mejor que el de los panfletos de colorines?
 
- ¡Oye!, hubiera salido bien, te lo digo yo.
 
- Ya. No puedo darte nada, ya lo sabes.
 
- Lo sé hombre, te lo digo para que sepas que dentro de poco podré devolverte lo tuyo.
 
- Sabes que no es necesario, te lo dí porque lo necesitabas y...
 
- A Úrsula le gustará que te lo devuelva. No le caigo demasiado bien.
 
- No te preocupes, no lo necesitamos.
 
- Fran joder, no me mientas, antes me has dicho que...
 
- Es sólo una mala racha, ya sabes que siempre salgo adelante.
 
- Sí claro, trabajando como un burro.
 
- No me importa trabajar.
 
- Ya tio, pero ¿cuántas veces ves a tu hija durante la semana?
 
Se quedó callado apretando los labios. Salva se removió incómodo en el taburete contemplando su gesto.
 
- Lo siento macho, soy un idiota, olvida mi pregunta.
 
- Le está saliendo otro diente ¿sabes?
 
- JA, ¿cuántos van ya?, cuando la vea va a parecer un tiburón.
 
- A ver si es verdad y te pasas a saludarla, que se le va a olvidar tu cara.
 
- ¿Este careto?, eso es muy difícil tio.
 
- Jajaja.
 
- Hombre, me alegro que te haga reir.
 
- No te mosquees, me hacia falta una sonrisa.
 
- Hala, pues ya la tienes.
 
Sonó su móvil justo en aquél momento y la sonrisa se le heló en la boca, tuvo una desagradable corazonada. Miró la pantalla del teléfono y que apareciera el nombre de su mujer le produjo un escalofrío de miedo. Descolgó y escuchó nervioso las malas noticias. La boca se le secó de golpe, cuando colgó le temblaban las manos. Miró a Salva sólo un momento, pero sabía que su amigo se había dado cuenta de su angustia y notó como su mano se posaba sobre su hombro con fuerza.
 
- ¿Fran?
 
- Era... era Úrsula, ha habido problemas.
 
- Vale tío, tranquilízate, ¿qué ha pasado?
 
- No está segura, la quimio...
 
- De acuerdo, dame las llaves de la camioneta.
 
- ¿Qué?
 
- Te vas ahora mismo al hospital ¿no?, yo me encargo del reparto.
 
- Pero no sabes...
 
- Aprenderé por el camino, conozco a tu jefe, le llamaré y le explicaré la situación, tú tranquilo, él me guiará.
 
Se quedó un momento en suspenso, miró a Salva y luego la calle a través de la puerta de la cafetería, luego giró de nuevo el cuello para mirar a su amigo. Notaba algo de vértigo.
 
- Dame las jodidas llaves y los papeles de la ruta, llamaremos un taxi, ¿vale?, vamos.
 
Lo agarró del brazo y le hizo levantarse del taburete, luego sacó un billete arrugado lo puso sobre la barra y le hizo una seña al camarero mientras se lo llevaba hacia la puerta.
 
- Vamos, vamos.
 
Ya en la puerta le quitó el móvil, marcó con rapidez y le pidió un taxi. Le arrancó de las manos temblorosas las llaves y la carpeta donde llevaba el repato.
 
- Estará bien joder, tu hija ha salido a Úrsula, es dura como una roca.
 
No podía hablar, simplemente asentía y asentía, parecía flotar en medio de la calle. Salva le dio un par de palmadas en la espalda y poco a poco fue recuperándose, tenía que pensar en su niña, tenía que ir a ver que estaba bien. De pronto se encontró frente a un taxi con la puerta abierta. Entró decidido y se volvió lo justo para encarar de nuevo a su amigo.
 
- Gracias.
 
- No te preocupes, no será nada, y del curro me ocupo yo ¿eh?, pero llámame cuando sepas algo ¿de acuerdo?
 
Asintió mientras se cerraba la puerta del taxi. Le dio rápidamente al conductor la dirección del hospital y, mientras el coche se ponía en marcha, observó cómo se alejaban de su amigo Salva, que buscaba con la mirada la camioneta, vestido con un traje barato y una corbata celeste, agarrando la carpeta del transporte en una mano y las llaves de conducir en la otra. Suspiró, miró al frente y se centró en recordar el recorrido hasta ver a su hija.
 
FIN

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