lunes, 26 de enero de 2015

Sophie (Relato no ficción)

-
SOPHIE
 
Sophie llegó una primavera brillante. Recuerdo que mi mujer estaba tan nerviosa que no dejaba de apretarme el brazo mientras veíamos acercarse a aquella niñita de piel pálida y cabello muy oscuro que andaba rígidamente junto a la mujer trajeada de los servicios sociales. Sus ojos bailotearon cuando nos reconoció, pero no sonrió. Su preciosa sonrisa aún tardaría unos meses en confiar lo suficiente para robarme el corazón.
 
Casi dos años de idas y venidas, de frustración e ilusión a partes iguales, tuvieron su glorioso final esa primavera. No recuerdo demasiado de todo el papeleo y los trámites, supongo que decidí enterrarlos en el olvido, ni siquiera puedo recrear en mi memoria cuándo la vimos por primera vez, allá en su país, en una gris institución.
 
Al principio los tres tuvimos que aceptar lo que éramos, lo que íbamos a llegar a ser. No fue fácil, pero teníamos tiempo y amor. Nos volcamos por completo en ella, jamás imaginé que me sería tan fácil aceptarlo, había tenido dudas sí, infinidad de veces me había convencido a mí mismo que lo hacía por mi esposa mientras cobardemente dejaba de lado mis propios pensamientos. Después he llegado a avergonzarme tantas veces de aquello. Sophie, mi Sophie, no se merecía mis dudas.
 
Al llegar a casa lo primero que hicimos fue enseñarle su habitación. Se quedó allí, en medio de un espacio pintado de rosa con muebles de una madera clara y cálida sin saber qué hacer. Nosotros tampoco teníamos idea de qué paso debíamos dar, así que nos quedamos en el umbral de la puerta abrazados contemplando aquella chiquilla que apenas debía llegarme al ombligo. Hubo muchos momentos como aquél, silencios, dudas, pero mi mujer los rompía valerosamente acariciando con sus palabras hasta el más diminuto rincón. Yo tardé un poco más en tomar conciencia de mi papel, pero cuando lo hice me sumé completamente convencido.
 
Mi pequeña me abrazó por primera vez en el supermercado de al lado de casa, un día cualquiera. Habíamos ido los dos a por algo que faltaba para la comida y la cola para pagar creo que era larga. No soy capaz de describir lo que sentí cuando sus bracitos rodearon mi cintura, como un estúpido lo único que acerté a hacer fue invitarle a un helado, era verano y nos pusimos perdidos, recuerdo lo graciosa que estaba con la nariz manchada de chocolate. Mi corazón se había derretido antes, a unos pasos de una caja registradora.
 
Con el paso de los años todo se volvió completamente natural. Reímos, lloramos, la vimos crecer. No se me ocurre cómo hubiéramos vivido sin ella, cómo hubieran podido existir estos años llenos de felicidad. Ahora tampoco sé qué vamos a hacer, lleva casi un mes desaparecida y nadie es capaz de decirnos dónde puede estar.
 
El miedo casi me ahoga, pero no pienso darme por vencido. Solo deseo abrazar a mi hija.
 
FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario