miércoles, 6 de julio de 2011

Las zapatillas de Dani (relato no ficción)


LAS ZAPATILLAS DE DANI

Daniel estaba cansado después de su día de cole, habían hecho muchas cosas divertidas y todavía le olían las manos a la plastilina amarilla. Su mami le estaba esperando al lado del árbol, donde siempre, para recogerlo y no pudo esperar para contarle lo que había hecho Pedro con su plastilina, un caballo muy grande, más grande que el perro que había hecho él.

Por el camino estuvo hablando atropelladamente y mami lo escuchaba, no lo miraba pero él sabía que sí lo escuchaba, porque lo de la plastilina era importante, muy importante. De vez en cuando tenía que ir más rápido para poder seguir el ritmo de mami, que siempre parecía tener prisa, pero no importaba, ya quedaba poco para llegar a casa. Y antes de llegar quería contarle todo lo que había hecho, pero todo todo.

- Dani cariño que estas pisando el agua, ve por los laterales hijo.



Siempre pasaban por aquella calle tan larga, pero no recordaba que esa mañana temprano hubiera habido por allí agua, así que miró abajo y siguió pisando el agua, hacía un ruido de "chof" "chof" muy divertido y...

- Daaani, que te vas a mojar, ven por aquí.

Mami no sabía lo divertido que era pisar el agua, sino lo haría ella seguro. De pronto notó como le agarraban la mano y lo alejaban bruscamente del agua. Era mami.

- Daniel si te mojas te pondrás malo.

- Pero mami, si no me mojo. Tengo las zapatillas.

Sí, las zapatillas rojas que tanto le gustaban, eran chulísimas, con los cordones también rojos y un dibujo de un león en rojo en los lados. Eran las mejores, sí, las mejores de...

- Tú no te mojas cariño, pero las zapatillas sí, ¿quieres que se estropeen?, si se estropean no te las podrás poner más y tendremos que tirarlas.

- NOOOOO, mis zapatillas no.

Se paró en seco y las miró preocupado, estaban mojadas sí. Y el agua había llegado incluso al león de una de las zapatillas. Miró a mami con cara de pena, señalando sus queridas zapatillas rojas.

- Mamiiiii.

- Tranquilo Dani, se han mojado poco, cuando lleguemos las secamos ¿vale?, pero ahora hay que hacer que no se mojen más ¿no?
 
Movió la cabeza afirmativamente volviendo a mirar sus zapatillas. Volvió a caminar al lado de mami, mirando al suelo para poder evitar los charcos. De pronto se dio cuenta que todo el suelo estaba mojado, y tiró alarmado de la mano de mami.

- Mami, mami, pero todo el suelo está mojado, se me van a estropear.

- ¿Qué?, ¿cómo se van a...? Mira Dani, las zapatillas tienen debajo una suela de goma.

- ¿Una sue..suela?.

- Sí, es lo que tienen las zapatillas por debajo, ¿te acuerdas de los dibujos que tienen por debajo?

- Sí, como una red de fútbol y...


- Eso es, y está duro ¿no?, pues eso hace que puedas caminar sin hacerte daño, te protege a ti y a las zapatillas.

Dani se miró los pies aliviado, sopló hacia arriba para apartarse el flequillo de la frente y siguió concentrado en no pisar charcos hasta llegar a casa. Se quedó un buen rato callado.

- Cuando lleguemos las secamos, ¿no mami?

- ¿Qué?, ¿el qué?
 
- ¡Las zapatillas mami!
 
- Ah, sí claro, no te preocupes.

Al llegar a casa se quitó las zapatillas y se las dio a mami, la miró mientras ella las secaba con pañuelos de papel. Pero no quedó muy convencido, el león seguía estando mojado, no tenía el rojo de siempre, era más... más oscuro. Miró a mami sin decirle nada, pero arrugando la frente, no sabía qué podía decirle, si mami veía el león a lo mejor tiraba las zapatillas y eso no podía ser.

- ¿Qué te pasa Dani?, ¿es por las zapatillas?.

Bajó la cabeza y miró hacia otro lado, no podía decirle que el león...

- No te preocupes cariño, para que se sequen por completo las podemos dejar en el balcón, para que les dé el aire y las seque, ¿te parece?

Se le iluminó el rostro, y miró como mami las ponía en el balcón, una al lado de la otra. Luego llegó papi y comieron juntos. Le contó lo de la plastilina, y también lo de las zapatillas. Incluso lo llevó de la mano al balcón para que las viera, se iban a poner bien y se las pondría mañana para ir al cole. A papi le alegró eso mucho. Y cuando se fue otra vez al trabajo le dijo que no se preocupara por las zapatillas, que por la noche, cuando volviera, los dos mirarían a ver si ya se habían secado.

Por la tarde estuvo jugando, dibujando, incluso vio dibujos en la tele, pero no se olvidó de sus zapatillas e iba a mirar siempre que podía, pegado al cristal del balcón. Una de las veces vio que el león ya estaba del color de siempre y fue corriendo a decírselo a mami, pero estaba hablando por teléfono y seguro que no le escuchó. Pero no importaba las zapatillas estaban bien, ahora tenía que esperar a que llegara papi.

Por la noche llegó papi, él lo esperaba en la puerta, porque mami le había dicho que era la hora en la que llegaba, y aunque tuvo que esperar mucho, por fin llegó. Lo primero que hizo fue decirle que miraran las zapatillas. Lo hicieron y papi dijo que estaban secas, pero frías, y que había que dejarlas bajo la cama por la noche para poder ponérselas mañana. Dani se sintió algo decepcionado, porque se le había ocurrido que podía dormir con ellas puestas...

A la mañana siguiente pudo ponerse las zapatillas, y fue al cole con ellas, estaba deseando contarle a Pedro el problema de las zapatillas, a lo mejor él tenía unas chulas que no querían que se estropearan, y le diría lo que tenía que hacer para que eso no pasara. Pero primero era llegar al cole, y el suelo estaba otra vez lleno de charcos, así que se concentró en evitarlos.

Sus zapatillas rojas eran chulísimas, y no se iban a estropear.

FIN 

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