miércoles, 6 de julio de 2011

El pajarito (relato no ficción)



EL PAJARITO



Esta mañana salí de casa de mal humor, había surgido algo que no esperaba y que no deseaba hacer, sin embargo no podía evitar hacerlo… Escribiéndolo ahora me parece una tontería haber estado enfadado por algo no planeado, pero esta mañana… esta mañana tenía pintado en la cara el gesto huraño del que no quiere que nadie le salude siquiera.

El enfado no duró mucho, lo justo para andar un trecho y cruzar una calle. Mi mal humor me había hecho mirar al suelo enfrascado en pensamientos no demasiado fructíferos, quizá por eso lo que captó mi atención tuvo que jugar con mi campo visual dos veces antes de que me dignara a mirar qué era.




Al principio era una pequeña sombra saltarina a la que apenas presté atención, pero bastó para que la segunda vez volviera la cabeza para ver qué era aquello. Entre dos coches lo primero que vi en el suelo fue una barra de pan, le faltaba muy poco para estar completa, pero lejos de pensar que era un desperdicio que hubiera comida por el suelo con el hambre que hay en el mundo… seguí buscando aquello que saltaba.

Brincaba alejándose de la barra de pan, seguramente le había importunado mi presencia, o quizás fueran las nubes grises que nublaban mis pensamientos, ¿quién sabe?. Y el caso es que no me paré a mirarlo, simplemente mi vista se posó sobre la escena mientras pasaba de largo. Fue sólo un instante, un fugaz vistazo, pero cuando seguí mi camino hubo dos cosas que habían cambiado. Una bailoteaba en mis labios, una media sonrisa que iba creciendo en mi cara. La otra eran mis pensamientos, del gris pasaron al color, por así decirlo, y todo por...

Un pájaro. Eso era. Ni más ni menos. En mi imaginación se había alojado el pequeño plumífero y la barra de pan, que con mucho era cinco o seis veces más grande que aquella criatura. Con gesto divertido me imaginé al pequeño volviendo a lo suyo, a planificar la manera de transportar cuanto más alimento mejor de aquél suculento banquete. Pensé en cómo daría viaje tras viaje hasta que no pudiera ya aprovecharse del esponjoso interior ni la crujiente corteza. ¡Y yo que había salido de casa con el pie izquierdo!, lo suyo sí que era un problema. Mis planes simplemente se habían visto alterados, los suyos también, aunque seguro que él no estaba enfadado.

Quizás tuviera crías, quizás tuviera hambre y había tropezado con una barra de pan. Qué suerte ¿no?, bueno, yo pensé que sí, que durante un momento debió sentirse contento, pero luego, tras el primer y segundo picotazo, seguro que se sintió agitado, preocupado por si otros congéneres lo descubrían antes de poder aprovecharse de aquello, o que cualquier otra cosa, un animal o un humano venía y le quitaba el botín. ¿Debía pelear por su barra de pan o sería peligroso?.

Normalmente se asustan y echan a volar cuando uno se acerca, nunca he pensado que hicieran algo incorrecto. Uno no les echaría en cara una posible cobardía. En esta ocasión yo había visto primero una sombra, antes de llegar al punto en el que vería lo que se escondía entre los dos coches, luego, al verlo el animalito se alejaba, pero no con rapidez, y no echaba el vuelo. No, aquél pequeño había tomado su decisión, estaba asustado pero aquella barra de pan… era suya.

Llegué a mi destino con la mente aún ocupada en las posibles vicisitudes del pajarito, para olvidarlo luego rápidamente cuando pasé el umbral de la puerta de llegada. Después, al volver a casa todo se me había olvidado, no miré entre aquellos dos coches por si podía aún descubrir la barra de pan. Quizás ya no quedara nada… eso hubiera estado bien.

Pero no me he acordado del pájaro de esta mañana hasta que no he vuelto a enfadarme por una tontería. Y de nuevo he dejado que el pequeño y su barra de pan inundaran mi mente.

Gracias pajarito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario