viernes, 24 de julio de 2009

La Gema [Relato Warhammer Fantasy]

LA GEMA

Blaz no era mal tipo. Al menos eso quería creer... Llevaba como soldado unos tres años, y siempre había seguido las órdenes, bueno... quizá hubiera tratado de desertar varias veces pero es que eran malos tiempos, muy malos tiempos. A pesar de llevar poco tiempo en el ejército provincial de Talabecland ya había participado en más batallas de las que le hubiera gustado recordar. No es que esperara demasiado por ser soldado, pero cuando se presentó a filas su intención era tener trabajo seguro y un “refugio”. Y es que a él siempre le pasaban cosas, siempre andaba metido en líos, quizá tuviera mala suerte...

Sí, mala suerte, esa sería la explicación, ¿cuantas veces había estado en la cárcel??, muchas sí, por poco tiempo normalmente, pero es que uno necesitaba dinero para vivir no?, y a él le gustaba vivir a lo grande. Por eso siempre andaba huyendo, el dinero que “caía” en sus manos lo gastaba al momento, pero no importaba, podía “encontrar” más. Había sobrevivido así mucho tiempo, pero se hacía viejo, ya no era tan fácil “vivir a lo grande”, así que habría que trabajar. El ejército fue una solución durante unos meses, el período de prácticas fue perfecto, tenía una paga fija y, además, a sus compañeros les gustaba el juego... Perfecto. Lo malo es que las cosas no duraban para él, y las prácticas acabaron pronto, al principio tenía la ilusión de que lo asignarían a la capital de la provincia, Talabheim, allí podría pegarse la buena vida. Pero no, su primer destino fue... asqueroso. La frontera con la vecina Stirland.




¡Aquellos piojosos analfabetos!. Surgieron multitud de combates con las tropas regulares del otro lado del río Stir, y él participó en todos y cada uno, sí, seguro, en todos. Y aquella estúpida disputa entre provincias fue la razón de su primer intento de desertar. Casi lo consigue, si no hubiera sido por los pelirrojos hubiera podido escabullirse. Pero aquellos dos hermanos eran demasiado lentos, y lo retrasaron lo suficiente como para ser atrapados. Los tres fueron castigados con severidad, aún tenía cicatrices de los latigazos, y el recuerdo de los apestosos calabozos aún le producía escalofríos.

Tras aquél incidente lo enviarón a otro destino, el Gran Bosque. Patrullar aquél lugar era peor que ser buscado por hereje. Los nervios en tensión a cada paso, cualquier ruido aceleraba el pulso, cualquier silueta hacía que un escalofrío recorriera la espina dorsal... y era un maldito bosque!, lleno de ruidos y sombras todo el día y la noche, lleno de... de apestosos Hombres Bestia y pielesverdes. Allí aprendió a luchar, por la malas, pero lo hizo... Y fueron aquellos árboles los que fueron testigos de su segundo intento de escapar, esa vez estaba convencido de que cualquier sitio era mejor, que si se quedaba un día más podía enloquecer. Se equivocó, en el Bosque había infiernos mucho peores. Lo que vió en su huida debió causarle un shock enorme pues no recordaba apenas nada cuando fue encontrado por una patrulla de lanceros. Sus heridas y magulladuras hicieron que todos pensaran que había sido apresado por las criaturas del Caos y que había conseguido escapar, pero él no estaba seguro de nada, no podía recordar qué había pasado. Cuando fue llevado a la tienda donde se recuperaban los heridos descubrió entre sus ropas un extraño colgante con una gema azulada en forma de lágrima. Tenía la sensación de que aquello no lo llevaba antes, que no era suyo, y sin embargo... sabía que debía tenerlo con él...

Dos semanas tardó en recuperarse lo suficiente para volver a realizar patrullas. En todo ese tiempo tuvo unas pesadillas horribles que lo despertaban en mitad de la noche empapado en sudor, sólo el suave tacto de la gema en su pecho conseguía tranquilizarlo un poco.

Cuando volvió a caminar por el bosque algo había cambiado. Sentía una presencia extraña, al principio se asustó y decidió tratar de escapar de nuevo, pero no pudo, le aterraba tener que huir por aquella extensión de árboles, sólo. El resto de compañeros también parecían algo aprensivos, quizá porque los ataques habían aumentado y muchos soldados estaban muriendo, aún así trató de buscar gente que, como él, quisiera desertar.

Resultó más difícil de lo que pensaba, sólo un puñado de hombres querían huir de allí, quizá fueran demasiado pocos, aunque a él no le importaba, ya no escaparía sólo. Aprovecharon la confusión de un ataque directo al campamento para escapar tragados por la oscuridad de la noche. Corrieron y corrieron, pero no encontraron ningún camino, ninguna salida. Perderse otra vez en aquél oscuro lugar era lo que menos hubiera deseado Blaz, al menos eso había pensado durante buena parte del camino, pero no, descubrió que no importaba, había un nuevo sentimiento en su interior de confianza en sí mismo. Pasaron varios días y veía como sus compañeros se desesperaban, al cabo del tiempo no eran más que sombras de los hombres que habían sido. Ahora no eran más que piel y hueso, no habían conseguido alimentos, ningún animal pasaba por su lado, ningún vegetal con frutos... En realidad le daban pena, él no notaba la necesidad de alimentarse, se sentía fuerte y vigoroso, quizá porque él era... mejor hombre?, sí, debía ser eso, él era superior, aquellos seres que hacían llamarse sus compañeros no estaban a su altura. Cuando aquellos idiotas se volvieron contra él porque envidiaban su estado los mató, sí, los mató uno a uno, no merecían vivir, no merecían compartir este mundo con él.

Tras masacrar a sus compañeros su mente pareció clarificarse, la realidad volvió a tomar cuerpo y un escalofrío lo recorrió. Se miró las manos, estaban ensangrentadas. Abrió los ojos con espanto y vomitó.., lo que había hecho... lo que... Su mano aferró con fuerza algo que pendía de su cuello. La gema. Brillaba. Miró fijamente su interior, parecía... podía ver algo... dentro había... Sintió un repentino vértigo y algo comenzó a atraerlo a la gema, alguna fuerza lo rodeaba y... era imposible, debía estar loco... no, debía estar en una pesadilla... porque... en un instante supo que estaba en el interior de aquella piedra azulada. No podía ser..., se agarró la cabeza con fuerza, parecía a punto de estallarle, y sin poder reprimirse comenzó a gritar.


* * *

Gritó hasta no poder más, la cabeza le daba vueltas pero ya no le dolía tanto. Empezó a palparse el resto del cuerpo, estaba allí, sin duda, aquello debía ser real. Bajo sus pies el suelo era sólido pero estaba seguro de que se movía, a su alrededor parecía haber una extensión infinita. Aunque los colores de aquél lugar eran extraños, creyó reconocerlo, recuerdos perdidos en su memoria lo llenaron de pronto. Aquél lugar era el mundo de su pesadillas, y en ellas... en ellas nunca estaba sólo, en aquél mundo vivía un monstruo... En ese momento descubrió que una presencia lo acechaba, al principio parecía haberse mantenido alejada pero en ese momento se acercó.

Una enorme criatura se materializó ante él. Debía medir como dos hombres, poderosos músculos recorrían su cuerpo, sus patas le recordaron las de un águila, y sobre sus hombros podía distinguir un par de alas de color iridiscente. Su piel era de un azul lechoso, y su rostro... era difícil fijar la vista, siempre parecía borroso, como si su vision no consiguiera enfocar la imagen. Sólo los ojos parecían verse con claridad, dos piezas negras que aterraban el corazón. Cubría su cuerpo con una armadura dorada de intrincados adornos, colocada sobre un ropón de un blanco níveo. En su mano derecha sostenía una especie de tridente que parecía estar rodeado de energía que chisporroteaba con cada movimiento. Blaz se quedó petrificado ante el demonio, no dudaba de que aquél ser provenía directamente del Caos. Lo que ocurrió a continuación estuvo a punto de volverle loco, la mano izquierda de aquél ser atravesó su pecho como si nada y sacó su corazón aún palpitante.

--- Los humanos sois interesantes, vuestra insignificancia es absoluta, y sin embargo os obstináis en vivir, ¿para qué?, una vida vuestra es apenas un suspiro para el Mundo. ¿Acaso pensáis que merecéis lo que se os ha dado? ---

El demonio había hablado mirando el corazón en su mano. Cuando sus ojos se dirigieron hacia Blaz este no supo que decir o hacer. Estaba helado, veía como su vida se encontraba en manos de aquél monstruo, literalmente, y sin embargo estaba confuso, no había muerto, y ni siquiera sentía dolor. O quizá sí, quizá había muerto y ahora estaba siendo castigado por las acciones que había hecho en su vida.

--- Ooh, ¿tu vida?, tu vida es menos que nada, ¿a quién le puede importar lo que hagas o dejes de hacer con ella?. Multitud de creencias coexisten bajo el cielo, y casi todas hablan de un castigo por desobedecer sus mandatos, sus normas; por contra también hablan de una salvación, una recompensa... Todo es consecuencia de los actos que hagas en la vida. JAJAJA, la Humanidad es tan crédula!. Los dioses no vigilan el Mundo, sólo les interesa su propia existencia y poder. El poder, sí, siempre será lo más importante. ---

Blaz no se consideraba un hombre religioso, nació en el seno de una familia de campesinos, donde cada hijo era un bien para el sustento de la familia. Un lugar práctico, alejado de creencias inútiles. Pero él había abandonado su casa pronto y había estado en muchas partes, había visto con sus propios ojos la existencia de algo más...

--- No te confundas, los dioses existen. Pero su existencia no la desperdician con cosas tan nimias como salvaguardar la vida de los que creen en ellos. Ilusos!!. Un dios existe por y para él, sus acciones sólo buscan un fin, ir más allá de su poder. Los humanos son instrumentos poco exigentes, fáciles de engatusar. Los ojos de un dios sólo se posarán sobre aquél o aquellos que puedan servirle para sus fines, en el presente... o en el futuro. ---

Sorprendentemente Blaz consideró lógica la argumentación, muchas veces había orado pidiendo auxilio o misericordia...

--- ¿Y cuantas veces has sido escuchado??. Ninguna. Pero eso ha cambiado ahora, eres una pieza importante para un poder superior. Me ayudarás a entrar a formar parte de los Señores de los Cielos, a cambio yo te escucharé. ¿Entiendes?. ---

Sí, lo entendía. Por su mente pasaron imágenes de su vida, estaba orgulloso de lo que había vivido, pero siempre había pensado que la suerte sólo se quedaba con él poco tiempo, quizá ahora todo cambiaría... pero ¿qué sería de él si cedía a los Dioses Oscuros?. Toda acción...

--- ...conlleva una consecuencia. Un don acarrea una deuda. Es cierto, pero ya me has dado algo, cuando nos encontramos la primera vez, en el bosque. Tu alma me pertenece. ---

El horror atenazó a Blaz. Hasta aquél momento no había recordado qué pasó la primera vez que huyó por el bosque. Ahora comenzó a recordar, como el reflejo en un espejo a su alrededor se materializaba la escena. Él estaba allí, exhausto, echado entre las raíces de un árbol, de pronto un grupo de hombres bestia irrumpía en escena, parecían dos bandas peleando entre sí. El salvajismo en los ataques era inquietante, las espadas y hachas abrían enormes tajos que llegaban hasta el hueso, las mazas y mayales destrozaban literalmente grandes áreas de piel y músculo, y las lanzas permanecían clavadas al menos un palmo en sus objetivos. No había cuartel, algunas bestias seguían luchando incluso habiendo perdido una extremidad, o desde el suelo, agonizando. Cuando los combatrientes vieron reducido su número las armas resbalaban de las manos, así que las dejaron de lado. Usaban los cuernos, los dientes, las pezuñas y las garras para vencer a su enemigo. Blaz estaba ahí, pegado a la tierra, tratando desesperadamente de pasar desapercibido, rezando... sí, rezando por su vida. Un pequeño objeto cayó cerca del hombre. La gema azul con forma de lágrima.

--- Oí tus oraciones. JAJAJA. ---

Haciendo caso omiso de las palabras del demonio Blaz se concentró en la visión de nuevo. Vió como agarró la piedra, que empezó a brillar con fuerza. Todos los hombres bestia lo miraron en ese momento., como uno sólo se lanzaron a por él. El hombre trató de escapar pero no podía rivalizar con la velocidad de aquellos seres. Fue derribado, pateado, arañado... hasta que su cuerpo comenzó a brillar con luz azulada. Blaz veía como él mismo se convertía en una especie de monstruo, un híbrido entre humano y bestia alada. Su nuevo yo atacó sin piedad a las criaturas, las destrozaba sin miramientos, y sin apenas esfuerzo. Los hombres bestia se acobardaron y huyeron, comenzando así una persecución despiadada.

No, no quería ver más, aquello era horrible... él era un monstruo, él era...
--- Un semidios!. ¿Acaso no te das cuenta del poder que te he otorgado?, se acabó vivir como un simple mortal, ahora puedes hacer cosas que jamás soñarías. Sírveme y tu poder será inimaginable. ---

Sí, quizá aquello no era tan malo, ¿a cuántas cosas había tenido que renunciar?, ¿cuántas veces le habían mandado callar? ¿cuántas veces lo habían tratado como a un saco de...? NOOOO. Ese no era él, él había tenido una buena vida, le gustaba, ahora simplemente estaba metido en un lugar donde no quería, el ejército, pero podía solucionarlo él sólo. No necesitaba estar en deuda con...

--- ¿¡QUÉ!?, este es tu agradecimiento?, te he salvado la vida, dos veces incluso. ¿Y pretendes renegar de mi?. No, no te dejaré. Harás lo que ya está escrito por mi cuando llegue el momento, lo quieras o no. Te protegeré de todo mal, incluso de ti mismo. Esta conversación la olvidarás, igual que nuestro primer encuentro. No es necesario que el conocimiento se te muestre, sólo yo puedo leer lo que está escrito. ---

* * *

Su segunda huida por el bosque también falló. Esa vez deambuló sin rumbo un tiempo, sin saber por qué estaba sólo, y tropezó con una caravana de suministros. Mintió, no sabía que le había pasado, pero otra vez estaba lleno de sangre, aunque no herido... para su alivio su campamento había sido arrasado, así que fue trasladado a la capital, Talabheim, donde se estaban reuniendo tropas de toda la provincia. Debió recelar de aquello, demasiados soldados llegaban a la ciudad, pero estaba demasiado ocupado en divertirse, por fin estaba en un lugar donde podía hacerlo.

De nuevo aquella situación duró poco, incluso él, ocupado como estaba en pasarlo bien, se enteró de que algo iba mal. Multitud de rumores se extendían por la ciudad, todos hablaban de que en el Norte los Poderes Oscuros parecían avanzar, grandes ejércitos de bárbaros asediaban la ftontera norte kislevita. Malos augurios aparecían por todas partes, se hablaba de que se acercaba una Gran Guerra, mayor incluso que aquella que libró Magnus el Piadoso en tiempos pasados.

Pasaba el tiempo y las cosas empeoraban en el Norte. Finalmente el ejército reunido en Talabheim salió de la ciudad con una misión, tratar de detener a Archaón, señor del fin de los Tiempos, junto a ellos iba un ejército de fanáticos liderados por el mismísimo Volkmar, el gran Teogonista de Sigmar. Blaz no estaba tan entusiasmado como los compañeros que lo rodeaban, no deseaba la gloria... Y estaba totalmente decidido a desertar, esta vez nada lo detendría.

No era nada fácil huir de un ejército en marcha, demasiados ojos. Lo intentó varias veces pero siempre lo pillaban, lo castigaban y volvían a soltarlo para que volviera a su puesto. No podían prescindir de nadie. Una noche supo que el momento había llegado, los exploradores habían informado esa misma tarde de que un gran ejército enemigo se hallaba a poca distancia.

Tuvo mucha suerte, había multitud de centinelas, pero pasó desapercibido. La alegría lo colmó, y caminó despreocupado durante mucho tiempo. Al alba comtempló horrorizado que se encontraba a sólo un tiro de piedra del campamento enemigo. Cómo había llegado allí, estaba seguro de haber caminado al sur... o no?. Se alejó, auqnue algo lo impelía a quedarse cerca, así que se escondió lo mejor que pudo, mientras observaba como el campamento era levantado. El enemigo era muy numeroso, y poderoso. Seguro que sabían ya que el ejército imperial estaba cerca pues se dieron mucha prisa en recoger y posicionarse para la batalla. Efectivamente, al rato aparecieron los pendones de Talabecland y el griterío funesto del fanático ejército del Gran Teogonista.

En el interior de Blaz algo parecía fluir, sentía calor, y terribles dolores empezaron a dejarse notar por todo el cuerpo. La gema que pendía de su cuello brilló con una intensidad sobrenatural mientras le quemaba la carne. Su pecho empezó a derretirse, luego vió con terror como unas garras de un azul lechoso se abrían paso por la terrible quemadura y comenzaban a empujar tratando de abrir la herida.

Blaz comprendió que la vida se le escapaba, y lloró de dolor y frustración, mientras recordaba lo que la gema representaba... lo que un demonio le había dicho tiempo antes: “<>”.

Su mente comenzó a apagarse, ya no sentía dolor, no sentía nada, sólo podía percibir una siniestra carcajada cada vez más lejana.

--- JAJAJAJA. Se acercan tiempos de gloria. Y yo estaré aquí para recibirla.---

Blaz nunca vería lo que había “traído” al Mundo. Muchos horrores se desataron durante la gran incursión del mal, que pasaría a llamarse la Tormenta del Caos. En el este del Imperio sucedieron graves sucesos, un demonio de grandes proporciones con una piel de un azul lechoso reclamó el destino de innumerables almas humanas, dejando muerte y lamento a su paso.

Tras el final de la guerra muchas heridas quedaron abiertas sobre las tierras del Imperio, pero el Mal había sido detenido, y retrocedía... o eso aseguraban las voces de los vencedores. Pero no había sido derrotado del todo, o no satisfactoriamente. Los que predecían el Fin del Mundo afirmaban que la Guerra había destronado a muchos líderes de demonios, pero que otros habían ocupado su lugar, habían obtenido su destino, y estarían preparados para la siguiente invasión del Caos. Estarían preparados para su oscura gloria.


 

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