viernes, 24 de julio de 2009

Existencia (3ª parte) [Relato Warhammer Fantasy]

EXISTENCIA (3ª parte)
Finalmente el orbe estalla. Una inmensa ola de luz inunda la sala de ceremonias. Es solo un instante, y luego todo vuelve a la calma, al silencio. Espera. Se pregunta si habrá sido suficiente para alertar a los guardianes. En su forma incorpórea todo le parece ir a destiempo, en estos momentos siente que nadie ha oído la explosión, que nadie vendrá... Pero no, en un momento puede sentir las fuertes pisadas de los saurios.

Entran en grupo, con las armas preparadas, enseñando los dientes y con miradas asesinas; está en su sangre, son guerreros. Cuando descubren la escena parecen desconcertados, se quedan contemplando los restos de aquellos que han sido tocados por el don de los Ancestrales, aquellos a quienes creen mensajeros de sus dioses, aquellos a quienes han jurado proteger.




¿No van a hacer nada?. Se desespera. La clase guerrera es muy útil, un instrumento poderoso para el gran Plan, pero a veces son tan... Acalla sus temores cuando los saurios se ponen en movimiento, al menos dos de ellos se precipitan afuera, mientras el resto se despliega por la estancia inspeccionando todos los rincones. Le llega un sonido de tambores, una señal de alarma. Refrena su deseo de salir a ver que pasa en la ciudad, sabe que la alarma es por lo que ha ocurrido donde él está, sin embargo hace tanto tiempo que no ve la actividad que produce cualquier cosa...

Pronto aparecen varios eslizones. Por su modo de comportarse y los adornos que surcan sus cuerpos deduce que deben ser los encargados del inventario de la Gran Pirámide, parecen alterados. No es para menos, una de sus obligaciones es la de salvaguardar todos los objetos sagrados. Con rápidas palabras y gestos ordenan la búsqueda de un chamán eslizón. Posiblemente es el que esta al cargo de la ciudad en ausencia del Gran Mago. ¿Dónde estará éste? Sus temores aumentan, una ciudad tan mermada y sin un Slann que la dirija sería presa fácil para aquellos que pretenden derrumbar el Gran Trabajo.

Aún hubo de esperar un tiempo hasta que se presentó el Chamán. Era un pequeño eslizón de un color casi albino. Escrutó todo el lugar con unos vivaces ojos negros, y lo vio. Sí, estaba seguro de que lo había visto. A pesar de no ser más que un rastro etéreo de magia el Chamán fijaba su mirada directamente en él. Bien, eso era lo que buscaba, un ser capaz de verlo y comunicarse con él, pero había tanta algarabía alrededor... en poco tiempo la sala se había llenado de saurios y eslizones, y todos estaban confusos, preocupados, hablaban entre ellos...

A una orden el Chamán impuso silenció, y empezó a tomar el control de la situación. Los cuerpos inertes de los chamanes fueron sacados reverencialmente al exterior y la sala se fue desocupando poco a poco hasta quedar casi vacía, sólo el Chamán y un eslizón encorvado permanecieron en su interior, junto a él.

-Gran Maestro Kretgar, es un honor tenerte de nuevo entre nosotros, desde el albor de los tiempos... – el Chamán le habló directamente.

--También yo me siento honrado de estar de nuevo entre vosotros, pero algo ha pasado, las cosas han cambiado – le cortó, no había tiempo para saludos tradicionales, demasiado largos para la poca paciencia que aún le restaba.

El Chamán quedó sorprendido, quizá fuera la primera vez que le hablaban a través de la mente, pero se rehizo con prontitud. A su lado el reptil encorvado miraba confuso, él no podía oir nada, como supuso no tenía el don mágico.

-...sí, las cosas han cambiado, debo deducir que os referís a los problemas que se ciernen contra la ciudad-templo.

--Así es...

-Cumontú, mi nombre es Cumontú – dijo el Chamán haciendo una ligera reverencia – y éste es Patxli, Señor del Conocimiento Escrito.

Un escriba..., era extraño, los escribas solían ser eslizones ágiles y activos, sin embargo éste parecía demasiado viejo, demasiado cansado.

-Err... Gran... Gran Señor Kretgar, me siento honrado ante vuestra presencia... – el escriba trataba de inclinarse aún más de lo que su cuerpo ya de por sí encorvado le permitía.

Mientras el escriba realizaba la reverencia decidió que el tiempo era demasiado precioso como para tratar de obtener explicaciones de la manera “usual”. Sin más demora se lanzó hacia el chamán. Éste lo miraba algo confuso poco antes de penetrar en su interior. Pero era necesario... era necesario saber. Con gran esfuerzo su forma etérea penetró en el cuerpo del eslizón mágico. No quería traspasarlo sino fusionarse con él. Era necesario saber.

Sintió desorientación, caos... debía concentrarse, enfocar la información. En poco tiempo su mente estaba conectada totalmente con la de Cumontú, podía “ver” sus recuerdos, absorver el conocimiento. Lo que obtuvo lo inundó de desazón, su pueblo estaba en peligro, habían sucedido demasiadas calamidades al mismo tiempo, deshoves infestados, plagas terribles, poderes perdidos.... a pesar de todo la ciudad-templo era la única en todo el Imperio que estaba en tan malas condiciones, pero el Mal estaba extendiendose. Deseó con fuerza que aún estuvieran a tiempo de hacer algo...

Tomó el control absoluto del cuerpo del chamán, este no opuso resistencia. Miró en derredor con su nueva condición, la corporeidad era algo tan lejano... Pero no había tiempo de pensar. Posó su vista sobre el escriba, que con mirada preocupada lo observaba.

-Tranquilo Patxli, las cosas están bien, ahora Cumontú y Kretgar somos uno... – hizo una pausa, la sorpresa de su interlocutor duró sólo un instante para inmediatamente hacer una reverencia – No hay tiempo.... debemos... es necesario comunicar algo a la Ciudad.

El viejo escriba se movió de inmediato, para su sorpresa se desplazaba de manera ágil, así lo vió desaparecer por la puerta. Bien, lo había entendido, el escriba haría lo necesario para convocar a todos ante la Gran Pirámide.

Se dirigió a la salida también, poco a poco, mirando todo lo que lo rodeaba. Acarició con suavidad la piedra grabada de las paredes, los símbolos de su pueblo.

Esperaba que aún hubiera tiempo.

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